
Por la astucia con
que prepara sus maniobras como gran olfateador de futbolistas que es, por el
sigilo con el que encauza sus objetivos y la efectividad de sus pesquisas
siempre buscando jóvenes talentos aún por descubrir, Santi Llorente ha sido
calificado de inteligente y de auténtico “zorro” por quiénes bien le conocen,
recordando de los
primeros tiempos en el fútbol base, que eran muy pocos los equipos que
entrenaban durante la semana, que a los jugadores se les impedía beber agua en
los descansos e interrupciones y que a los golpes que recibían durante los partidos se les aplicaba calor,
en vez del recomendable frío.