
Pedro Santana será siempre recordado, (además de por haber tenido que
renunciar a la oferta de su fichaje por
la Real Sociedad de San Sebastián entonces en la segunda división nacional
debido a que tuvo que asumir las riendas de su familia), también por la sencilla
y simpática anécdota de haber tenido la curiosa ocurrencia de haber “lanzado piedrecitas” a sus jugadores en
pleno juego, “montoncitos pequeños que los que estaban como suplentes se
encargaban de apilar” y con cuya “caricia”, indicaba al jugador la dirección
hacia la que tenía que correr, una trayectoria deportiva que se desarrolló siempre dentro de la Unión Deportiva San Carlos.