
Múltiples
anécdotas jalonan la vida deportiva de Joaquín Martín Vegas “el abuelo”, todas
ellas demostrativas de su talante abierto y aperturista, como aquellas que
recuerdan los chupa chups que compraba a los niños nada más terminar los
partidos o como jamás dejaba a éstos, aunque fuese al precio de quedarse sin
comer, antes de que subieran al autocar que les esperaba en la plaza del
Poniente para llevarlos a su casa, sin olvidar como siempre exculpaba con una sonrisa, cualquier gesto
no demasiado deportivo que, a cualquier otro, sin duda hubiera hubiera
enfadado.