
Recuerda como sus primeros
pasos en el mundo del fútbol tuvieron lugar en la calle de La Concepción, donde
los niños de la vecindad se reunían a todas horas para jugar en un pequeño
espacio donde dos árboles servían de portería con una especie de balón hecho de
trapos y cartones atados con cuerdas, años de la posguerra donde era frecuente que los aficionados se
concentrasen en plazas como la de San Miguel, y sobre todo, la Circular, sin
olvidar los campos del Vivero
(actualmente Las Moreras), para presenciar los mejores encuentros que, por
aquel entonces, se podían ver en la ciudad, partidos que, naturalmente, él
tampoco se perdía.