Sería
en el seno de la “Acción Católica”, donde surgiría el histórico
Azor, cuyo precedente inmediato encontramos en una liga en
la que participaban todas las parroquias de la ciudad, representadas por
un equipo con el nombre de cada una de ellas, justo antes de que en 1940,
alguien plantease la necesidad de “federarse para poder
jugar así con los equipos de los barrios y diferentes zonas de Valladolid”, un
momento tan emotivo como decisivo “pues las parroquias accedieron a ceder sus
jugadores para hacer una selección con la que formar un equipo federado”,
decisión en la que Jesús María tuvo una influencia determinante.